Ni clientes, ni pacientes, ni usuarios. Las personas que inician un proceso conmigo son, ante todo, eso: personas. Quienes necesitan un acompañamiento psicoterapéutico adecuado, merecen tenerlo. Mi objetivo es ofrecer un servicio de psicología centrado en la persona, ajustado a sus necesidades y en consonancia con su realidad.
El bienestar y la salud mental son derechos, no privilegios. No obstante, no son pocas las razones que nos alejan de la posibilidad de recibir la asistencia que necesitamos. Estas razones pueden ser personales (creencias negativas con respecto a la psicología), económicas (no disponer de poder adquisitivo para contratar este tipo de servicio), la lentitud del sistema público de salud o la imposibilidad de acceder al tratamiento a través de nuestra mutua.
Una cultura sana contribuye a la formación de personas saludables. Cada persona es parte de una gran red: el género humano, y tenemos algunos derechos importantes por formar parte de esa red. Deseando contribuir a crear dicha cultura, yo sostengo el apoyo mutuo, el rigor metódico, la confidencialidad y la plena aceptación del otro como valores profesionales.